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Si todos fuéramos vírgenes
Si no fluyeran por nosotros los
pecados
Si fuera siempre que pusiéramos el pecho
con lágrimas
y al mismo tiempo escucharan mi
pensar
no seríamos aburridos, sino gustosas personas
dotadas por el buen natural
Si fuera siempre blanco el color
del cielo
Si el blanco fuera blanco y no color
del cielo
Si existiera la cura para la
envidia
y en tal momento yo escuchara tu
pensar
no nos lastimaríamos tanto a
nosotros mismos,
sino la inocencia nos cegaría con una muy
sutil melodía
Si no apuráramos a florecer al
capullo
al capullo infectado de una rosa negra
con espinas
y nos quedáramos con el girasol al cual
alguien lo ilumina
y en dicho santiamén pensáramos
en pensar
yo sería el quién y ustedes
también
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