Para empezar con este artículo, si me permites te contaré la historia de Marina, una paciente que llegó a mi consulta llenando la sala con su presencia, aunque paradójicamente, se sentía completamente perdida en su propia vida.
Ella me dijo: "No sé qué quiero ni hacia dónde voy", en la primera sesión. Su voz resonaba con el eco de tantas otras voces que he escuchado a lo largo de los años.
Marina estaba atrapada en un trabajo que no le apasionaba, en una relación que había dejado de crecer hace tiempo y en un círculo social que más bien parecía una rutina obligatoria que un verdadero espacio de disfrute y apoyo. "Me siento estancada", confesó.
El primer consejo que le di fue sencillo, pero poderoso Toma tiempo para conocerte.
Le sugerí actividades para autoexplorarse, como escribir en un diario personal sobre sus pensamientos y emociones, y realizar tests de personalidad y valores. Este fue nuestro punto de partida.
La segunda estrategia fue establecer pequeñas metas.
En lugar de abrumarse con la necesidad de tener todas las respuestas ahora, trabajamos juntas para fijar objetivos pequeños y alcanzables que alineáramos con sus intereses descubiertos recientemente.
El tercer consejo se centró en rodearse de inspiración.
Marina comenzó a cambiar su entorno poco a poco; siguió a personas que admiraba en redes sociales, leyó libros que la motivaban y asistió a eventos relacionados con sus nuevas áreas de interés.
Una anécdota clave fue cuando decidió asistir a un taller sobre escritura creativa, algo que siempre había querido explorar pero nunca se había atrevido.
Aquella decisión marcó un antes y un después para ella. No solo descubrió una pasión oculta sino también una comunidad donde se sintió comprendida y valorada.
Con el tiempo, Marina aprendió a escuchar su voz interior por encima del ruido externo. Se permitió soñar grande pero empezar pequeño, aceptando que cada paso adelante era un triunfo en sí mismo.
Hoy día, no solo ha hecho cambios significativos en su carrera profesional hacia algo que realmente le apasiona sino también ha aprendido a cultivar relaciones más significativas y satisfactorias.
La historia de Marina es solo una entre muchas, pero ilustra claramente cómo desatascarte y encontrar tu propio camino no es instantáneo ni fácil pero sí posible. Requiere compromiso contigo mismo, valentía para enfrentar lo desconocido y paciencia para ver crecer las semillas del cambio.
Déjame decirte algo: Si Marina pudo hacerlo, tú también puedes. Empieza hoy mismo a dar esos pequeños pasos hacia el gran cambio que deseas ver en tu vida.
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