En el ajetreo diario, situaciones triviales como un café derramado o un mensaje inesperado pueden desencadenar un mal humor persistente.
Sin embargo, la neurocientífica de la Universidad de Harvard, Jill Bolte Taylor, sugiere un método simple y efectivo para manejar estos estados emocionales: la regla de los 90 segundos.
El Ciclo Natural de las Emociones
Las emociones son respuestas fisiológicas que nuestro cerebro genera ante estímulos externos.
Por ejemplo, si alguien nos cierra el paso en el tráfico, se activan reacciones químicas que provocan enojo o frustración. Según Taylor, esta respuesta inicial dura apenas 90 segundos. Durante este corto lapso, el sistema nervioso procesa sustancias químicas como el cortisol y la adrenalina.
Una vez que transcurre este tiempo, cualquier emoción que persista no está ligada al suceso original, sino a un ciclo emocional autoinducido. En otras palabras, somos nosotros quienes, al enfocarnos en pensamientos sobre el evento, prolongamos esos sentimientos. Este descubrimiento subraya la idea de que tenemos un control significativo sobre nuestras emociones.
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El Arte de la Autorregulación Emocional
Dominar la regla de los 90 segundos es esencial para la autorregulación emocional, una competencia clave dentro de la inteligencia emocional. Gestionar nuestras respuestas emocionales aporta numerosos beneficios, como una mejor comunicación y relaciones interpersonales, y una mayor capacidad para tomar decisiones racionales.
Para aplicar esta regla, Taylor sugiere una técnica sencilla: observar la emoción sin involucrarse en ella. Esto significa permitir que la emoción siga su curso natural sin aferrarnos a ella. Si, por ejemplo, recibimos una crítica inesperada, en lugar de obsesionarnos, podemos observar cómo nuestro cuerpo reacciona y dejar que la sensación se disipe. Practicar regularmente esta técnica facilita la gestión emocional con el tiempo.
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Impacto Positivo en Relaciones y Decisiones
Implementar la regla de los 90 segundos no solo mejora nuestra relación con nosotros mismos, sino también con los demás. Al evitar reacciones emocionales intensas, podemos comunicarnos de manera más efectiva y reducir conflictos. Además, la claridad mental que se obtiene permite evaluar situaciones desde una perspectiva más racional, crucial para tomar decisiones importantes en la vida cotidiana.
Fortaleciendo la Inteligencia Emocional
La inteligencia emocional abarca habilidades como la autoconciencia, la gestión de emociones y la empatía.
La regla de los 90 segundos es una herramienta poderosa para desarrollarlas.
Al practicarla, cultivamos la capacidad de reconocer y gestionar nuestras emociones, lo que nos ayuda a comprender mejor las de los demás. Esto resulta especialmente útil en entornos laborales y sociales donde las interacciones humanas son fundamentales.
En resumen, adoptar la regla de los 90 segundos en nuestra vida diaria puede transformar nuestra manera de manejar las emociones, mejorando tanto nuestro bienestar personal como nuestras relaciones interpersonales.